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Revista Vistazo

Por: María Belén Arroyo

Un entrenador de deportistas de élite integró su técnica con los principios de la terapia bajo hipnosis. ¿El objetivo? Una sanación integral.

El hombre de rostro sereno tiene una mirada azul profunda que invita a relajarse. Veinticinco años atrás fue entrenador del equipo húngaro de natación olímpica. Por azar, por karma o por alguna razón desconocida, Tibor Zsámboki cambió una vida ligada al deporte de élite por otra ocupación: hoy usa la hipnosis como forma de terapia para curar males del alma.

Si existe el destino, en la línea de su vida estaba escrito que a los 30 años llegaría al Ecuador con el equipo de nadadores húngaros a participar en el IV Mundial de Natación que se realizaba en Guayaquil, en julio de 1982.

Dos años más tarde, el bloque socialista –con excepción de China y Rumania– desistía de participar en las Olimpiadas de Los Ángeles. Sin un equipo de deportistas a quienes motivar, Tibor Zsámboki comprendió que el cambio de rumbo era inevitable y viajó a Alemania. Allí descubrió una nueva corriente de psicología, denominada Terapia Integrativa de Psicología Profunda bajo Hipnosis (TIPPH), cuyo iniciador es el profesor Werner Meinhold.

Este descubrimiento cambió su vida. Y eso le motivó a ser un canal para cambiar otras. ¿Por qué en Ecuador? Una pregunta difícil de contestar, pero algo halló en este punto alojado en el ombligo del planeta, cuando hizo la fugaz visita con motivo del mundial de natación a inicios de los 80.

Desde entonces éste es su hogar.
“La hipnoterapia abre la posibilidad de sanación en los tres niveles inseparables del ser humano, cuerpo, mente y alma.Despierta la conciencia de la persona, y bajo hipnosis puede revivir ciertos pasajes de su pasado, reconciliándose con sucesos traumáticos de su infancia, de su gestación e inclusive de sus vidas pasadas”, dice, en perfecto castellano.

A la luz de esa teoría, las personas viven un estado permanente de hipnosis parcial.


“Es parecido a cuando manejamos un carro y conversamos con quien está a nuestro lado, no miramos las marchas ni los cambios, pero cuando tenemos que frenar reaccionamos y parecería como si recién despertáramos.
En realidad, estamos saliendo del estado de hipnosis parcial”.Desde esa perspectiva, la terapia busca inducir un estado de hipnosis consciente.“Yo no hago que el paciente se duerma, busco que se despierte su conciencia”.
En ese estado de conciencia expandida o amplificada, la sensibilidad del cuerpo disminuye, pero se logra una conexión directa con momentos del pasado.
“La hipnosis es un vehículo, yo no sano, simplemente guío a la persona a través de ese túnel, pero todo depende de la voluntad de la persona por hallar la luz”.
El sustento de esta teoría, explica, tiene una base científica.

Onda vs. partícula
Los físicos discutieron por mucho tiempo si la luz es una onda o una partícula. Cierta teoría sugiere que, bajo ciertas circunstancias, la luz parece comportarse como onda, bajo otras circunstancias, parece comportarse como partícula.
Zsámboki usa la misma analogía para explicar cómo opera la hipnoterapia en la vida de una persona. “La vida de un ser humano es una onda de posibilidades, pero cuando despierta la conciencia, las ondas se convierten en partículas y esa persona toma control de su vida, entonces deja de andar de tumbo en tumbo, ella se convierte en la única dueña de su destino”.


Al revivir conscientemente ciertos pasajes de su pasado, bajo hipnosis, la persona descarga sus emociones y logra comprender que el único responsable de sus problemas es, en el fondo, él mismo. “Entonces la persona deja de clamar a Dios como el causante de sus males”.


Mediante la hipnosis consciente, el paciente encuentra los vacíos que determinan su vida presente y que busca llenar con el consumo de alcohol, licor u otras sustancias. “Supongamos que alguien quiere bajar de peso pero no puede dejar de comer dulces, eso indica que está bajo una forma de hipnosis parcial. Los dulces tal vez compensan la figura materna que le faltó. Cuando vemos que los políticos usan discursos determinados, que los anunciantes usan campañas donde predominan imágenes de mujeres muy provocativas, lo que están causando es una hipnosis colectiva entre sus electores y entre los consumidores”.


Todos los vacíos del presente tienen una razón en el pasado. Y aún en vidas anteriores, desde esta forma de terapia. “Es como tener mal abotonado el primer botón de la camisa y tener un ojal que sobra, todos los botones están mal, a menos que vuelvan a ponerse en su sitio”.


Pero esta terapia no se concentra únicamente en reconciliar a cada persona con su pasado. “Parte del proceso es descubrir y rescatar los contenidos sanos, a veces opacados por las experiencias negativas”.

Por su experiencia de varios lustros, el hipnoterapeuta está convencido que el 80 por ciento de los casos encuentra una solución explorando en la vida actual de la persona, pero aproximadamente el 20 por ciento solo es resuelto cuando se investiga, a través de regresiones, en vidas pasadas. Un planteamiento a todas luces controversial.

¿Cree usted en la reencarnación?

Este caso fue presentado en un congreso  especializado. Un hombre ecuatoriano, nacido  en una provincia del interior, trabajaba como  chofer. El y su esposa no lograban tener hijos,  a pesar de varios tratamientos infructuosos. Finalmente adoptaron una criatura preciosa. Con los años, él desarrolló un temor obsesivo a perder esa hija. Tatado por varios profesionales, llegó a terapia regresiva.  La sorpresa fue enorme. En una vida pasada, padre e hija habrían tenido un lazo afectivo muy fuerte, pero se separaron violentamente. Cuando él aceptó que esa pérdida era irreparable, pero entendió que nuevamente tenía oportunidad de amar a esa persona, se liberó de esa obsesión.

Para el hipnoterapeuta Tibor Zsámboki, no hay duda que cada ser escoge dónde, en qué circunstancias y en qué cuerpo reencarnar, «como si debiera pasar un examen muy importante antes de graduarse».

El admite que esta creencia es rechazada de  plano por la Iglesia Católica, que argumenta que la salvación de las almas es un hecho individual: no hay almas mutando de cuerpos. «Hasta donde sé, fue un concilio que dictaminó que la reencarnación no era aceptable por la Iglesia, en  los primeros siglos de vida se aceptaba este hecho».

Desde su perspectiva, en el pasado transcurían< siglos entre una y otra encarnación. «Yo creo que esto ocurre ahora con mucha frecuencia, hay personas que me describen una casa cuando es nueva, y en su neuva encarnación la encuentran ya muy vieja, pero es la misma casa».

Una terapia alternativa

La hipnoterapia puede ayudar a los casos descritos por la ciencia como síndrome de atención dispersa. «Son seres especiales, niños más evolucionados que no encajan en nuestros tiempos, hay que ayudarles  a canalizar sus energías a través de la armonización de sus chacras». Esta alternativa descarta de plano el uso de fár macos en estos casos. «Después de la segunda guerra mundial se describió la melancolía como depresión y se prescribieron fármacos para tratarla.  La depresión es el síntoma en que la persona no ha entendido con qué misión vino a este mundo, bajo hipnoterapia puede encontrarla, si tiene la voluntad para hacerlo».

Según su visión, el planeta está viviendo un cambio de era, cuando el tiempo terrenal se ajusta a un tiempo interplanetario, y esto auspicia el desarrollo de una nueva espiritualidad. «es la revolución, pero no con armas ni con decretos, es un salto cuántico de la conciencia. Yo en este sentido soy un revolucionario, un defensor del despertar de la conciencia».